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Como norma general, los medios de comunicación deben ejercer un papel de «jerarquizadores, ordenadores, mediadores ante el ruido, que ayudan a interpretar, a descodificar y a dotar de la importancia que merece aquello que se sucede a una velocidad trepidante a nuestro alrededor”. Un concepto que muestra, según Lippman (2003), a los periodistas y trabajadores de los medios como guías, «mapas que guían a través del mundo«, para los receptores de la información y cuya labor de investigación es garante y confiere veracidad a la información transmitida. De lo contrario, sería fácil que, ante hechos o sucesos tan delicados como el Coronavirus, pudiera generarse una alarma social de dimensiones inconmensurables.

Como es sabido, la propagación de la Covid-19, ha dado lugar a infinidad de informaciones y desinformaciones. Dimes y diretes, apoyados por las redes sociales, que complican en gran medida distinguir entre la información verdaderamente rigurosa y la que no lo es. Tal y como se indica en el Informe Digital News Report 2019, elaborado por el Reuters Institute, la preocupación acerca de la desinformación y las informaciones erróneas es cada vez mayor en muchos países. Llegando a cifras del 70% en Reino Unido o el 67% en Estados Unidos que muestran su desasosiego sobre la veracidad de las publicaciones en Internet.

Por este motivo, se hace cada vez más imprescindible la búsqueda de la excelencia en lo que a calidad informativa se refiere. Así, el periodista ha de ser lo más riguroso posible y hacer uso de cuántas herramientas tenga a su disposición para mostrar la verdad y, en muchas ocasiones, encontrar la noticia tras la noticia. La calidad de los datos y unos testimonios fiables, provenientes de fuentes fidedignas, corroboradas y corroborables; harán al destinatario de la información no perder la confianza, al sentirse ante informaciones creíbles. Al hilo de la argumentación del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, que indicaba, además, que “los cínicos no sirven para este oficio”; podemos afirmar que genera desconfianza cualquier argumentación que no incluya información, datos y testimonios fiables.

Como ya apuntábamos, el periodismo se encuentra en plena fase de transformación con la irrupción de las TIC, que no sólo ha supuesto una modificación de los hábitos de consumo de noticias por parte de los usuarios, que ahora pueden acceder a cualquier información en tiempo real de cualquier lugar del mundo; sino también en las formas de producción y como facilitadores del acceso a la información para los profesionales. 
“La investigación del conocimiento y el poder que da nunca habían sido tan relevantes como, por ejemplo. Pero también es cierto que tampoco nunca el conocimiento había sido tan difícil de atrapar. La enorme magnitud de la información que nos llega y los medios que tenemos a nuestra disposición para recibirla generan una gran cantidad de ruido”, dice Durban-Johnson, editor del International Herald Tribune. El editor añade que en un tiempo como el que vivimos, aquellos que se centren en la búsqueda de la calidad de los contenidos y en las necesidades de la audiencia serán los que prosperen. En esa línea, explica, encontramos la importancia de la función de los medios que, en un mundo con tanto ruido informativo, deben hacer un esfuerzo adicional por ser cada vez más claros, coherentes y exhaustivos sin olvidarse nunca de la audiencia a la que va dirigida.

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